Negocios y ventas en pandemia
No me cansaré de recomendar a todo aquel que se dedique a las ventas, ya
sea ejecutivo o vendedor que, en esta actividad, es urgente y necesario
aprender a pensar comercialmente. Muchos dicen que sí lo hacen; si es verdad que
lo hacen, son gente que no considera lo que dicen los libros, lo que dice un
expositor en un curso o taller, como una receta, como dogma, sino sólo como una
guía que nos ayuda a afinar nuestra capacidad de encontrar y convertir una
posibilidad (oportunidad) en realidad. ¿Por qué? Porque, como lo dije en el
artículo de la semana pasada, la pandemia nos ha puesto en un contexto bastante
complejo, difícil de asimilar, de entender y comprender; luego, hay usar
bien la inteligencia, el pensamiento.
En los negocios en general y en las ventas en particular, las
situaciones y los problemas que se presentan son “no estructurados”, lo que
quiere decir que no hay fórmula, método ni técnica de ventas para resolverlos de
forma rápida y fácil como un problema matemático. Hay que hacer un buen uso de
la inteligencia práctica, a través del enfoque de “ensayo y error”, más aún, en
situación de pandemia que agrava la complejidad de los problemas. Así,
podríamos inferir que, los vendedores ya saben cómo solucionar este tipo de
problemas porque en épocas “estables” ya lo han hecho. Entonces, si el ejecutivo, que tiene a su cargo estos vendedores, da fe de la afirmación, no tiene de qué
preocuparse.
Tengamos siempre presente que, ventas es la única función que genera los
ingresos de la empresa, sea cual sea la situación: auge, estabilidad o crisis. En
el caso que los vendedores siempre hayan mostrado ciertas dificultades para
afrontar y resolver este tipo de problemas, que ahora con la pandemia se han
agravado, necesitan aprender a pensar comercialmente; para progresar en su
trabajo como vendedores, tienen que reconocer que antes nunca lo habían
aprendido. Aprender a pensar, a convertir la posibilidad en realidad, exige dos
cosas: saber hacer preguntas correctas sobre propósito (por qué), proceso (cómo)
y resultados (qué); y hacer uso de su imaginación en las tres. Y, eso, no está
en los libros ni en un motivador; el vendedor tiene que aprenderlo.
Comentarios