Vendedores, "Quien pueda entender, que entienda"
¿Recuerdan quien dijo, “El que tenga oídos, que entienda”? Lo decía Jesús de Nazareth, cada vez que transmitía una enseñanza relacionada con un Principio Divino. Jesús ha sido uno de los más grandes maestros que DIOS nos envió a este mundo; no era pedagogo de formación, no tenía títulos como tal, sin embargo practicaba el magisterio transmitiendo los Principios Divinos. La expresión de Jesús dice mucho. Primero, sabía que sólo algunos lo iban a entender; segundo, se dirigía a los afines a DIOS; tercero, no pretendía llegar a todos porque comprendía que la gran mayoría no tenía entendimiento; cuarto, exigia esfuerzo por aprender en su seguidores, si realmente querían salvarse. Vamos a aplicar esto a las ventas.
QUIEN. Nos está haciendo referencia a que tomemos en cuenta el tipo de persona (¿o individuo?) que esta desempeñándose como vendedor: ¿tiene verdadera vocación por las ventas, le gusta servir a los demás, entró a las ventas porque no encontró trabajo en otro campo, porque no ingresó a la universidad, porque le atrae ciertos privilegios que consiguen los vendedores exitosos, etc.? Recordemos cómo se empieza en la actividad de ventas; la gran mayoría no quiso ser nunca vendedor, querían seguir otra profesión; las circunstancias condujeron a muchos ingresar al mundo de las ventas sin haber pensado antes en ello, pero en al camino, algunos descubrieron que tenían potencial para lograr ser un vendedor exitoso, y decidieron cultivarse.
PUEDA. Poder hacer algo significa estar en capacidad de hacerlo, tener habilidades, destrezas, ciertos talentos que nos permiten conseguir resultados tal como nos son exigidos. Pero la capacidad (ahora se consideran las competencias laborales para las ventas, si las tenemos o no) no nos viene en los genes, no está en nuestro ADN, no nos cae del cielo, no es consecuencia de haber recibido una “charlita motivacional”, menos es resultados de haber esperado que surja espontáneamente, ni de que algún gurú de las ventas nos dé ciertas recetas o fórmulas infalibles. El poder hacer algo, estar en capacidad de hacerlo (practicar las ventas de manera profesional), es algo que se ha cultivado, que nos ha demandado esfuerzo, fatiga, nos ha exigido ciertas renuncias, porque entendimos que el éxito no viene nunca acompañado de la diversión y el entretenimiento.
ENTENDER. Se refiere a la capacidad de pensar, reflexionar, razonar, no sólo lógicamente (académicamente), sino también emocional y afectivamente: ¿por qué piensa como piensa y por qué siente como siente el cliente? Esto es una de las características resaltantes de la inteligencia emocional: la empatía. Todo ser humano, por ende el vendedor y el cliente, tiene consciencia y razonamiento, y también ambición y deseo; es tan sencillo entenderlo. Pero, muchos vendedores actúan creyendo que sólo ellos lo tienen, los clientes no. Los clientes tienen problemas, necesidades; entonces, el papel del vendedor es darles soluciones, satisfacciones.
QUE ENTIENDA. Es evidente que, todo lo que hacemos se desprende de las ideas y creencias que anidan en nuestra mente; ahora les llaman paradigmas. ¿Cuáles son los paradigmas que guían y conducen nuestro accionar diario en ventas? ¿Usted tiene consciencia de ello? Si las ideas y creencias que tenemos están muy cerca de los principios universales (para mi Principios Divinos), estaremos mucho más cerca de alcanzar el éxito en lo que emprendamos, incluida la venta. Desconocer los principios, ignorarlos, no hacerles caso, desvirtuarlos, negarlos, no nos exonera de los mortíferos efectos que habrá sobre nosotros por no respetarlos. “Es necesario mentir, para vender”, me dijo un día un “gerente de ventas”; bueno, ese es su paradigma.
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