El ejecutivo de ventas, ¿a qué se dedica, a lo urgente o lo importante?
No es nada nuevo
decir que, los ejecutivos de ventas, muchas veces se ven atormentados por el
día a día y la cantidad de cosas que tienen que atender y hacer. En muchos
casos vemos que, lo que con frecuencia se le asigna al ejecutivo, exigen un “genio
total”. EL cargo, se le presenta al ejecutivo como una “gran tarea” que
requiere un hombre capaz, de verdadera estatura.
En verdad, se
encuentran pocos ejecutivos de ventas que se hayan tomado el trabajo de verificar
si la tarea que les ha sido asignada está planeada, de manera tal que les
permita cumplir con todas las exigencias. ¿Cuál es la actitud del ejecutivo
cuando comprueba que la tarea conjunta no está planeada, ni siquiera pensada?
Todos los
ejecutivos nuevos al cargo, que ingresan a la empresa con una formación
recibida en una universidad de prestigio, dicen que saben qué debe hacerse. Por
tanto, se espera de él que sea el mejor conductor o el mejor vendedor de su
equipo; que sea un experto comunicador y relacionista, tanto externa como
internamente; que sea el verdadero líder de su equipo. Y que cada una de estas
tareas las realice a la perfección.
El problema más
común observado en los ejecutivos de ventas no consiste en que tenga tantas
cosas por hacer, sino que tenga tantas cosas que hacer sin saber cuáles son
importantes y, por tanto, caen en la vorágine de la “urgencia” para todo. Cuando
no se tiene una clara distinción de lo importante y lo urgente, tampoco se
comprende la amplitud de la responsabilidad gerencial, entendida como la
capacidad de “responder con habilidad”. La única manera de solucionar este
problema es establecer sus tareas y función con propiedad.
Primero, lo que el
ejecutivo necesita, para cumplir con sus responsabilidades, es el establecimiento
de los objetivos de su propia
actividad. Estos objetivos deben estar directamente enfocados en los objetivos
de la empresa. Como todos los verdaderos objetivos, deben contener metas tanto
en términos de resultados comerciales como con respecto a la realización de creencias,
valores y principios básicos. Deben equilibrar los requisitos del futuro
inmediato y los del futuro lejano.
Segundo, el ejecutivo
necesita distinguir lo que es importante de lo que es urgente. Lo urgente nos exige una atención
inmediata, ahora. Las cosas o tareas urgentes son muy conocidas; nos presionan;
reclaman acción. Frecuentemente el ejecutivo de ventas se esmera en complacer a otros. Lo urgente
tiene que ver con problemas originados por una desviación en relación a alguna norma
o estándar que fue establecida hace muchos años, pero, el cumplimiento de la misma ya no
contribuye significativamente al logro de los objetivos. Es decir, el pasado
disfrazado nos exige mantenerlo vigente.
Lo importante, tiene que ver con las
oportunidades, las estrategias, la construcción de relaciones con los clientes;
es decir, con los resultados. Si es algo importante, produce una contribución
significativa a la misión de la empresa, a nuestros valores, al desarrollo tanto
de la empresa como de sus integrantes. Las cosas importantes requieren
proactividad, nos exigen actuar para que las cosas (resultados esperados)
ocurran. Si no tenemos una idea clara de lo que es importante, de lo que debe
hacerse, de los resultados que deseamos obtener, con facilidad nos veremos
desviados hacia la reacción ante lo urgente. Recordemos que al ejecutivo se le
contrata o promociona por su capacidad de descubrir oportunidades y para
elaborar la estrategia que permita explotarla.
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