El vendedor que no se dedica a vender
¿Se
ha dado cuenta usted que, cuando quiere adquirir algún servicio o un bien, ya
sea este de consumo masivo o en el que va hacer un gran desembolso, lo que
viene de inmediato a su mente es: “quiero comprar tal cosa”? Usted no dice “voy
a que me vendan tal cosa”. En esta actitud común y normal, en todos los
individuos u organizaciones consumidores, se puede apreciar un principio
fundamental de las ventas: La gente
quiere comprar, no que le vendan.
Partiendo
de este principio, ¿qué es lo que debe hacer un vendedor? Comete un craso error
el vendedor si intenta venderle a como de lugar al cliente que tiene delante.
No le venda nada, ayúdelo al cliente a que compre de manera inteligente, pero
con su ayuda.
Bien,
la gente quiere comprar; pero, ¿por qué compra la gente? La gente compra porque tiene alguna necesidad o problema. Entonces,
lo que tiene que hacer el vendedor es identificar cuál es la necesidad que
quiere satisfacer el cliente o problema que le urge resolver. Ahí entra el vendedor
profesional a tallar, teniendo como punto de partida el conocimiento de estos
dos principios; hágalo de tal manera que, el cliente quede satisfecho con la
participación que usted ha tenido en hacer la compra de lo que realmente
necesitaba.
Los
principios de las ventas nos ayudan a encontrar el camino más corto para lograr
cerrar una venta, es decir, para ayudar a los clientes que hagan lo que
realmente quieren hacer: comprar. Los principios de las ventas son leyes que
explican el comportamiento de compra que siguen los clientes; si llegamos a
dominar estos principios, sabremos cómo desenvolvernos en las ventas. ¿Qué nos
exige la práctica de los principios de las ventas?
Cultivar
la actitud de permanente ayuda y consejo hacia los demás. En los demás, en el
prójimo, se encuentran nuestros clientes. El vendedor, antes de preocuparse por
lo que va a recibir (pedido), debe preocuparse por lo que debe dar; y, lo que
debe dar es siempre algo de valor para el cliente.
Averiguar
y hacer una lista de lo que más les interesa a nuestros clientes, del o los
productos que les vendemos. Hay algunos atributos de nuestros productos que se
constituyen en beneficios exigidos por cierto grupo de clientes, pero no lo son
por otros clientes. Centremos nuestra atención en esta lista y aconsejémoslo
con sugerencias e ideas que pueden ayudarle a obtener máxima satisfacción.
Asesorar.
Asesórelo en todas las cosas en las que el cliente esté contento por haberle
comprado a su empresa y no a la competencia. Siempre quedarán ciertas dudas
sobre el verdadero potencial de los productos que vendemos; hay que llenar ese
espacio. Asesorando al cliente se atenúan todas las dudas. Cliente contento, le
pasa la voz a tres personas; cliente descontento a diez.
Brindar
servicios. Los servicios adicionales y la confianza que usted inspira venden
más que el solo conocimiento del producto. Servicio y confianza están íntimamente
relacionados. Se trata de demostrar con actitudes que nos estamos esforzando
por él. Practiquemos lo que pregonamos, porque lo que nos interesa es su
fidelidad.
Por
último, llámelo al cliente de vez en cuando para saber cómo le va con lo que
compró.
Comentarios