Cuando no hay estrategia de ventas
¿Debemos
actuar pensando que las ventas futuras, serán una extrapolación de las ventas
de hasta ahora? ¿Podemos predecir el futuro de las ventas? ¿Basta con saber de
qué monto serán las ventas? ¿Qué papel juega nuestra actividad? ¿Tiene que ver
algo nuestro libre albedrío?
Toda
persona con un mínimo de formación y conocimientos sobre economía sabe que, la
forma de vida elegida por el ser humano está estructurada de períodos de auge y
crisis: después del auge, viene la crisis, y viceversa. Se equivocan de medio a
medio los ejecutivos de ventas que piensan que es suficiente con estar
convencido de la ocurrencia inevitable de una serie de acontecimientos
comerciales, que incluyen nuestras ventas futuras, para que desaparezca toda
nuestra responsabilidad de contribuir a que ello ocurra o a contrarrestarlas.
Si sólo consideramos las ventas futuras como una extensión o extrapolación de
las ventas ocurridas en el pasado, estamos asumiendo que, el sistema de causas
que operó en el pasado, seguirá operando en el futuro; y, eso es falso, habrá
muchos cambios en la tecnología, en los clientes, en la competencia, etc.
¡Cómo
nos gustaría predecir el futuro!; eso nos ahorraría una serie de problemas e
inconvenientes. Como ejecutivos de ventas, nos permitiría tener todo listo, a
la mano, para evitar los efectos negativos de los fenómenos que no nos
favorecen. Pero, lamentablemente, el futuro no se puede predecir, es imposible
hacerlo. El futuro, hay que construirlo con esfuerzo inteligente; necesitamos
una acción contundente, en cantidad y calidad.
El
naturalista, filósofo, antropólogo, sociólogo inglés Herbert Spencer quería
demostrar que el movimiento ascendente de la humanidad se debía a su
sentimiento, mientras que la inteligencia desempeñaba un papel secundario y,
además, completamente subordinado. En relación a nuestro tema, según Spencer,
el ejecutivo de ventas debe su éxito o fracaso exclusivamente a sus
sentimientos que, a su inteligencia. El sentimiento está ligado a la ambición y
el deseo, lo que a su vez explica nuestra acción o actividad: actuamos en
correspondencia con algún interés particular. Entonces, no basta con saber de qué
monto serán las ventas; es necesario hacer algo para conseguirlas.
Todo
depende de, si la actividad del ejecutivo de ventas constituye un eslabón
indispensable en la cadena de los acontecimientos comerciales necesarios. Como
ejecutivo de ventas debemos preguntarnos, ¿mi actividad constituye un eslabón
importante en el proceso de generación de los resultados económico de mi
empresa? Si la respuesta es afirmativa, tanto menores serán sus vacilaciones y
tanto más enérgicos sus actos.
Bien, comprendemos
que nuestra actividad constituye un eslabón importante en la generación de
resultados rentables para nuestra empresa. Pero, un momento, ¡no vamos a actuar
solos en el mercado; la competencia también quiere esa porción de mercado que
nos interesa! Entonces, necesitamos estrategia,
un plan de actividades (inteligencia, no basta el sentimiento), para lograr los objetivos trazados. Sin estrategia,
nuestra acción será caótica, fofa, sin contundencia.
Cuando
decimos que un ejecutivo de ventas considera su actividad como un eslabón
necesario en la cadena de los acontecimientos comerciales, afirmamos, entre
otras cosas, que la falta de libre albedrío equivale para él a la total
incapacidad de permanecer inactivo, y eso significa imposibilidad de obrar de
un modo diferente al que actúa.
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