El libre albedrío en la gerencia de ventas
¿Tiene
suficiente margen de acción el gerente de ventas para elegir determinado curso
de acción? ¿Toma decisiones con responsable libertad, o actúa condicionado? ¿En
qué se basa el uso de su “responsable libertad?
Cuentan
que, cuando el protestante alemán, Martín Lutero, se encontraba en situación que
lo obligaba a polemizar o debatir y, sus argumentos no convencían, entraba en
un estado psicológico que lo hacía decir: “este es mi concepto y otro no puedo
tener”.
Dentro
de la actividad empresarial, específicamente, en el área de ventas, se observa
con mucha frecuencia este tipo de actitud; principalmente se da la ocurrencia
de estas conductas cuando el ejecutivo de ventas discute con producción (porque
esta área no ha producido lo que el mercado está pidiendo), o con finanzas
(porque esta área acusa a ventas de regalar, con mucha facilidad, los márgenes
de ganancia por los descuentos que otorga). Esto nos hace pensar, entonces, que
el ejecutivo de ventas no tiene tanto margen de acción como aparenta.
Hay
otras funciones de la empresa, como las mencionadas anteriormente, que tienen
una enorme influencia en el desempeño que logre el ejecutivo de ventas, no las
puede soslayar. Usando el argot gerencial diríamos que, hay otras funciones en
nuestra empresa que actúan como restricciones
a nuestro accionar; en otras palabras, se actúa condicionado. Pero, dentro de
estas condiciones internas, el ejecutivo de ventas puede actuar con responsable
libertad siempre y cuando, actúe en base a sólidos conocimientos, no a capricho
de ninguna clase.
La
genuina libertad, que tiene un ejecutivo de ventas, aumenta en proporción al
conocimiento, madurez emocional y buen criterio que se tiene respecto a la función
que está cumpliendo, en este caso, conocer el mercado en amplitud y profundidad
y las capacidades reales del equipo de ventas a su cargo.
Si
Lutero se comportaba de esa manera defendiendo un Principio Divino o
Mandamiento, absolutamente, se justificaba su actitud. Pero, si ese comportamiento
era sólo para defender una opinión personal, es decir, su ego, esa actitud no
se justificaba. Tenemos que aprender a distinguir nuestras ideas personales de
los intereses de la empresa para la cual trabajamos. Si ambas coinciden,
estamos actuando en la misma línea de base, lo que nos asegurará el éxito.
En el
área de ventas, no se trata de descubrir Leyes y explicaciones Divinas o de las
Ciencias de la Naturaleza, sino de adquirir un conocimiento práctico. Pero, no
se confunda; el conocimiento práctico, como muchos creen, no nos exonera de
aprender principios, que se traducen en técnicas y éstas en herramientas, que
permitan prever y conducir mejor la actividad del equipo de ventas, y de
elaborar una estrategia para obtener los resultados que sean rentables para la
empresa. Si los principios de las ventas son los conceptos que como ejecutivo
manejo, “otros no puedo tener”.
A
muchos ejecutivos, como a Hamlet en la obra de Shakespeare, no le es conocido
este estado psicológico; por eso no son capaces más que de lamentarse y sumirse
en la duda y la vacilación. Por eso mismo, estos ejecutivos nunca logran
admitir un enfoque según el cual la libertad no es más que la necesidad hecha
conciencia; necesidad de que ocurran las ventas esperadas, por mi participación
activa, pero con mucho conocimiento.
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