Tres factores clave en el ejecutivo de ventas
Desde que empecé a ejercer cargo ejecutivo,
primero como jefe y luego como gerente, me pregunté: si hay que resumir sólo en
tres factores clave para llevar a cabo una correcta dirección del equipo a
nuestro cargo, ¿cuáles serían esos factores? Pensé que no debían ser más de
tres, porque cuando son muchos, al final, no practicamos ninguno. Me dije, si
los Incas funcionaron exitosamente sólo con tres (Ama Sua, Ama Quella y Ama
Llulla), otros también podrían hacerlo.
Debo confesar que estos factores no los
identifiqué fácil y rápidamente; pasaron varios años de experiencia como
ejecutivo y de lecturas de obras de diversos autores sobre management para dar,
en mi manera particular de pensar, con los tres. Estos son: conocimientos,
carácter y compromiso; los tres empiezan con “C”, lo que me ayudó como recurso
nemotécnico. No se piense que los menciono como ley; cada uno podría descubrir
los suyos.
Primero, los conocimientos constituyen la base conceptual y teórica de lo que se
hace y por qué se hace. Lo que importa actualmente, en la práctica diaria de un
ejecutivo de ventas, son los talentos y los conocimientos relacionados con su
labor, y cómo éstos son aplicados en la dirección y gestión del equipo de
ventas. Pero, no basta que el ejecutivo posea talento y conocimientos; también
es necesario que los integrantes de su equipo los posean; la idea es que hablen
el mismo lenguaje, de lo contrario, de nada sirve. La razón: el éxito,
inclusive la supervivencia, de las organizaciones y equipos de trabajo depende
cada vez más del rendimiento de sus trabajadores del conocimiento. Recordemos
que, tanto la labor del ejecutivo de ventas como la de sus vendedores, llevan a
cabo una labor mental, son trabajadores intelectuales. Un equipo es un conjunto
de personas no sólo con buenas intenciones, sino con distintos talentos y
especialidades; así, el conocimiento se ha transformado en el factor más
importante de la productividad de un equipo.
Segundo, el carácter no está definido por los altos decibeles de gritos o la
cantidad de lisuras que pronuncia el ejecutivo de ventas para que su gente le
obedezca; todo lo contrario. El carácter de un ejecutivo está basado en
principios básicos para vivir con efectividad. El éxito sólo puede estar
asegurado cuando se aprenden estos principios y se los integra en la práctica
diaria. Estos principios son muchos, pero también deseo resumirlos a tres: la
integridad, la madurez y la gratitud. La integridad, consiste en organizarse y
actuar acorde a nuestros valores y principios; hacemos y cumplimos promesas. La
madurez, consiste en decir nuestra verdad con mucho coraje, pero sin ofender ni
herir a nadie. La gratitud, consiste en agradecer por todo lo que se recibe,
sea poco o abundante, porque es producto del nivel de esfuerzo inteligente
desplegado.
Tercero, el compromiso es el que tiene que adquirir el ejecutivo de ventas para
con su empresa y su equipo, cuya práctica consiste en facilitar, no “mandar”,
el trabajo de sus vendedores; que impartan, no que luzcan, sus conocimientos
técnicos y administrativos y ayuden a los vendedores a desarrollar su potencial
y técnica para poder dirigirse a sí mismos. Esto exige delegar la mayor parte
de sus funciones tradicionales, con frecuencia sin haber recibido la formación
adecuada y el apoyo para su nuevo objetivo de formar al equipo. Su conducta
ideal es la de asesor, pero su responsabilidad es conseguir ciertos resultados
humanos y económicos. El nuevo tipo de ejecutivo tiene que poseer una capacidad
de comunicación, trato y relación (inteligencia emocional) y una capacidad
intelectual (inteligencia académica) que, con mucha frecuencia, falta en los
ejecutivos de hoy en día. Abunda la inteligencia académica, pero escasea la
emocional.
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