La verdadera experiencia en ventas
En
una famosa pastelería de nuestra querida ciudad de Lima, se han reunido dos
vendedores, Juan y José, de la misma empresa. Juan tiene cinco años en la
misma, y José sólo dos. Llegar a la decisión de reunirse con José, para
dialogar sobre el método o enfoque de ventas que practica, no fue muy fácil
para Juan; su desempeño muy por debajo del de José, más su mayor antigüedad en
la empresa, lo hacían proteger su ego y evitar la conversación.
Pero,
Juan pensó honesta y profundamente sobre su situación y se dispuso a comprender
la forma equivocada que seguía para vender y entender los cambios que tenía que
hacer para sintonizar con el éxito, que le era ajeno hace mucho tiempo. Quería
conocer, de verdad, la causa por la cual, su desempeño no era como el de José
(2.5 veces lo que Juan vendía), que tenía menos años en la empresa.
Entre
sorbo y sorbo de café y pedazos de pasteles, empezó la franca conversación de
parte de Juan. Luego de escucharlo, José hizo la primera pregunta: “¿Cuál crees
tú que es el propósito de nuestra labor?” Juan, un poco sorprendido con la
pregunta, le dijo, “obviamente en
vender”. José le hizo ver la primera diferencia entre ambos: “Yo no me dedico a
vender, sino a ayudar a que el cliente compre lo que satisface su necesidad o
resuelva su problema”, dijo. “El nombre de nuestro cargo es vendedor, pero
nuestra función es ayudar a los clientes”, agregó. “Parece paradójico, pero se
ajusta a la realidad”, fue lo que finalmente explicó José.
Juan
insistió en su idea, y dijo: “Pero, todos los productos que ofrecemos son para
los clientes; es lo que ellos necesitan”. José le hizo ver que, no es lo mismo
hacer algo para los clientes que, por los clientes. “Explica eso”, le pidió
Juan. “Hacer algo para los clientes, es como tú actúas; partes de tus
intereses, de tus habilidades, a veces, de tus mañas. Hacer algo por los
clientes, es partir de sus necesidades o problemas; entonces, se hace más fácil
identificar el producto que realmente necesitan”.
Juan
reflexionaba al respecto, y pregunto: “¿Eso es todo lo que haces de distinto a
mi, y te da mejores resultados?” “Te haré la segunda pregunta”, dijo José: “¿A
quién te diriges cuando pretendes colocar productos?” “A todo aquel que me
parece que necesita nuestros productos”, contestó Juan. José vio ahí otro
problema. “Yo considero que hay distintos grupos de clientes que conforman el
mercado; eso lo consulto con el área de marketing, para ver si estoy en lo
cierto o no; y, luego identifico el producto que satisface de mejor manera la
necesidad de ese grupo o segmento de mercado. Es más, cada grupo tiene
distintas expectativas, espera recibir los productos de manera distinta, en
tiempo, por ejemplo. Entonces, diseño una estrategia distinta para comunicarme
con cada grupo o segmento que atiendo.
Juan
se comportó maduramente, analizando y llegando a conclusiones sobre cosas que
nunca antes se había puesto a pensar. “Me imagino que hay algo más que debo
tomar consciencia, sobre las ventas”, dijo. “Hay muchas cosas que habrá que aprender
sobre las ventas, sin lugar a dudas”, comentó José. “¿Cómo ejecutas tu labor,
aplicando “técnicas aprendidas” o siguiendo un proceso previamente definido?”,
preguntó por tercera vez José. “Bueno, creo que todos, incluido tú, aplicamos
técnicas de ventas, ¿verdad?” “Yo prefiero seguir de manera sistemática un
proceso de ventas que embone con el proceso de decisión de compras que sigue el
cliente”, acotó José.
“Juan,
te habrás dado cuenta que lo que hago es tener consciencia de tres cosas en mi labor
de ventas: ¿Qué hago? (propósito), ¿por quién lo hago? (segmento), y ¿cómo lo
hago? (proceso de ventas). No hay genialidad en esto, sólo aprender los
principios."
Comentarios