¿Hemos aprendido algo de la nueva situación?
En
un artículo de hace dos semanas hice mención a la modalidad de funcionamiento en ventas; me estaba refiriendo a los procesos que se utilizan en esta
retadora actividad para conseguir resultados, y que esto incluía el
conocimiento del proceso de decisión de
compra que sigue el consumidor. El proceso de ventas debe armonizar con el proceso del consumidor. Todo
proceso, el del consumidor y del vendedor, es un conjunto de actividades, de
las que tenemos que conocer el propósito por el cual las ejecutamos.
Desde
su función o cargo en ventas, ¿ha tomado usted consciencia de en cuántos
procesos participa en su empresa para obtener los resultados que le exigen? Pero,
pensemos sólo en el proceso que sigue la fuerza de ventas o el proceso que se
sigue para su gestión. Este proceso, que viene a ser la modalidad de funcionamiento, debe revisarse permanentemente, no
sólo para “repararlo” o “regularlo”, sino para mejorarlo aunque nos parezca
perfecto. Las señales de que es urgente el cambio son los problemas que han
empezado a presentarse y que impiden el logro de los objetivos planteados, o
que nos está demandando mayor esfuerzo y por ende mayor costo. Estos problemas
se manifiestan aparentemente desprovistos de sentido, resultan de pronto muy
incomprensibles.
Cuando
usted se ha comprometido seriamente con lograr la comprensión cabal del proceso
que sigue para lograr resultados, llegará a entender cuáles son los cambios que
debe hacer para volver a sintonizar con las necesidades y exigencias del
mercado y los clientes que lo integran. Probablemente descubra cambios que
tiene que hacer a su labor de prospección que es muy superficial, el trabajo de
investigación del sector no es muy profundo, la preparación previa a las visitas
deja de lado las necesidades y problemas del cliente, el pre acercamiento o
acercamiento al cliente no es planificado ni programado, la presentación y
demostración del producto no le despierta interés al cliente, etc.
Siempre
llegará a la misma conclusión, luego de haber comprendido su modalidad de funcionamiento
y haber entendido los cambios que debe realizar. Sólo será posible hacerlo si
aprende principios de ventas que antes desconocía; siempre habrá principios que
aprender, nadie los conoce todos. Esto no es un asunto de más viveza criolla ni
hacer más de lo mismo, ni de más mando y control.
La
mayoría de nosotros da por sentado que el mundo laboral que conoce durará
indefinidamente. Nos resulta difícil imaginar un modo de actividad o funcionamiento
verdaderamente distinto, y más aún una modalidad por completo nueva. Por
supuesto, advertimos que las cosas en el mercado están cambiando, pero damos
por sentado que los cambios actuales no nos afectarán y que nada hará remecer la
actual estructura del mercado y la
posición que ocupamos en él. Esperamos confiados que el futuro sea una
continuación de presente.
Pero,
debemos estar alertas, no dejarnos amodorrar por la fuerza de la inercia que
todos llevamos dentro. Seamos conscientes de que, siempre existirá un choque y
conflicto entre la acostumbrada y antigua forma de hacer las cosas, y a su vez
moribunda que se resiste a desaparecer, con la nueva forma de hacer las cosas.
La nueva situación competitiva en la que actualmente actúan las empresas las ha
conducido a un tipo de organización y actividad más flexible, más rápida,
descentralizada y rica en información. Aceptémoslo.
Talleyrand, el ministro de Relaciones
Exteriores de Napoleón, decía sobre los Borbones, cuando volvieron al poder: “Estos
no han aprendido nada ni olvidado nada”.
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