Nuestra evolución en la actividad de ventas
Todo aquel que
ingresa al mundo de las ventas, lo hace por un interés personal. Desea ganar
dinero para adquirir un mínimo de comodidades y status dentro de lo que
consideramos “calidad de vida”. Nos vamos dando cuenta que, si seguimos
trabajamos haciendo las cosas desde nuestros propios intereses y puntos de
vista, no lograremos incrementar nuestras ventas; empezamos a tomar en
consideración los intereses y deseos del cliente para lograr venderle.
Empezamos a considerar como punto de partida sus problemas y vemos cómo
nuestros productos pueden significar su solución. Entonces, pasamos de una
situación egoísta a una altruista.
Descubrimos la
importancia de la preparación y capacitación como superación del empirismo, la
improvisación y la pura intuición. Es un despertar como profesional de las
ventas. Empezamos a acumular experiencias como consecuencia de aplicar en la
práctica los principios de ventas aprendidos; tomamos consciencia de que, si
queremos tener mayores experiencias comerciales exitosas, debemos seguir
adquiriendo y aplicando nuevos principios de las ventas.
Pasamos a un
segundo momento, en el que se ha producido en nosotros un verdadero cambio en
nuestro pensamiento y sentimiento respecto a la actividad de ventas que hemos
empezado a practicar como profesionales; reconociendo que el cliente quiere
comprar, no que le vendan; que la gente compra por sus propios motivos, no por
los del vendedor. Así mismo, hemos adquirido una postura y actitud que inspira
confianza y respeto de parte de nuestros clientes.
Somos
conscientes que, ahora, de lo que se trata es de establecer y mantener
relaciones rentables de largo plazo con nuestros clientes, porque captar nuevos
es de mayor costo que incrementar las ventas con los actuales. Sólo nuestra
actitud de apoyo y sincero consejo a nuestros clientes es lo que determinará
ese estado de relación ideal con los clientes. Hemos empezado a cultivar nuestra
mente ya no para impresionar a los clientes, sino para profundizar cada vez más
en el conocimiento de las necesidades y problemas, actuales y futuros, de
nuestros clientes.
A estas
alturas de nuestra evolución profesional en la actividad de ventas, es muy
probable que ya esté ocupando cargo ejecutivo, gestionando y dirigiendo una fuerza
de ventas; si aún no lo estamos, el futuro inmediato así lo deparará.
Ingresamos a
una tercera etapa de esta maravillosa evolución en la actividad de ventas como
profesionales. En esta etapa destaca nuestra responsabilidad y deberes, más que
nuestra autoridad y derechos. Ya estamos en los ojos de todo el mundo que nos
rodea, que incluye la alta gerencia y los clientes. ¿De qué somos responsables?
¿Qué deberes tenemos?
Sabemos
perfectamente que, la actividad de ventas es la única función de la empresa que
genera ingresos, que la turbulencia del mercado, la desaceleración de la
economía, la crisis económica golpearán a nuestra empresa y sus ingresos en
grado al nivel de la capacidad de respuesta que hayamos sido capaces de
desarrollar en nuestro equipo y fuerza de ventas en particular; que tenemos que
asumir el papel de vanguardia en la solución a los problemas económicos que han
empezado a presentarse en nuestra empresa.
Esta es la
gran responsabilidad que el ejecutivo de ventas, positivamente evolucionado,
tiene que asumir, cumpliendo con los deberes que el cargo le asigna, como la
preparación y actualización de él mismo y sus vendedores. Responsable en el
sentido que tiene que responder con habilidad a estos retos y amenazas.
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