¿Por qué y para qué dices algo?
A manera de
refrescar el diagnóstico de nuestra situación, es importante que, cada cierto
tiempo nos hagamos las siguientes preguntas: ¿En qué nivel de capacidad nos
encontramos? ¿Qué niveles han alcanzado nuestros vendedores en cuanto a su
capacidad para comunicarse y relacionarse? Insistiré en estas dos habilidades
sociales, porque, a fin de cuentas, explican
la correcta forma en que los vendedores exitosos aplican sus
competencias.
Sin conocer nuestra
real capacidad, no sabremos de lo que somos capaces de conseguir en la
actividad de ventas. La actividad de ventas, como cualquier otra actividad,
exige que superemos nuestro empirismo y desarrollemos un mínimo de competencias:
conocimientos, habilidades y actitud. Los profesionales de los RR.HH., basados
en la Inteligencia Emocional, nos dicen que la actitud es lo más importante; y,
con ésta están relacionadas la capacidad de comunicarnos y relacionarnos.
Algunas herramientas
que utiliza el Marketing Directo (MD) las podemos utilizar, con criterio, para comunicarnos
y relacionarnos correctamente con los clientes. El MD nos enseña cómo formar
grupos o clases con ellos, que tienen necesidades distintas a los otros grupos
que conforman el total de nuestra base de
datos. Estas herramientas las podemos considerar como una especie de clasificación de la cartera de clientes
actuales y de clientes potenciales.
Un mayor
conocimiento de nuestra cartera de clientes, una mejor clasificación de los
mismos, que los distinga por alguna variable de interés, un mayor
reconocimiento de la importancia del tipo de relación que debe establecerse con
cada clase, y el reconocimiento de que no podemos tratar a todos por igual, ha
hecho posible y necesario un trato acorde a la situación y potencial de cada
clase de clientes. Clasificar adecuadamente a nuestros clientes establece el
inicio de un trato más personalizado con ellos, lo que a su vez se traducirá en
una relación “más rentable” para nuestra empresa.
Quizás podría
objetarse que esto es un trabajo tedioso y costoso. Aún así, si esto fuera
cierto, las ventajas de hacerlo y tenerlo son muy superiores a los
inconvenientes y esto nos permitirá saltar a un nivel más elevado de relación
con nuestros clientes. La competencia nos puede imitar en muchas cosas
materiales, superar en inversiones publicitarias, en mayores descuentos que
pueda otorgar, pero en la forma cómo nos comunicamos y relacionamos, es
imposible; en ambas, tenemos dos aspectos de diferenciación.
“¿Por qué canta un
pájaro? Porque tiene algo que expresar, no algo qué decir” la moraleja que se
desprende de esta reflexión de S.J. Anthony de Mello es que: el vendedor no
debe hablar por hablar (capacidad de comunicación), no debe visitar por
visitar; debe hacerlo porque tiene algún noble propósito para con sus clientes
(calidad de la relación).
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