La venta analógica y la venta digital
El famoso Robert Kiyosaki, en su libro
“Vendedores Perros”, habla de las cuatro habilidades que todo emprendedor debe
tener o aprender: 1) Ventas, 2)
Contabilidad, 3) Inversiones y 4) Liderazgo. Sí, la primera habilidad, la que
considera más importante, este señor experto en inversiones, es la venta. ¿Por
qué? Él mismo lo dice: porque es la única habilidad que produce ingresos; las
otras tres no lo hacen.
Quizás, hasta fines de los 90, todavía se
consideraba a la venta como una labor exclusivamente comercial y que, cualquier
ambicioso por el dinero, con cierta personalidad irresistible y que haga un uso
exagerado de tácticas de presión para obtener un pedido podía tener éxito en
cualquier empresa. Los clientes en perspectiva han sido visitados por tantos
representantes de ventas de esta clase que los reconocen, los consideran una
molestia y apenas los escuchan.
Ya desde la primera década del milenio, en
nuestro país, se ha dado una elevación de los niveles de la profesión; se ha
producido un mejoramiento de la posición social del personal de ventas. Ahora
se les considera como parte necesaria y respetable de la estructura económica y
social.
Si hacemos una comparación de la venta
antigua y la moderna, basándonos en conceptos de la “electrónica”, podemos
hablar de la venta “analógica”, la que predominó en el siglo pasado; y, la
venta “digital” la que ahora se practica, al menos en las empresas que van a
tono con los tiempos. La venta digital, exige un vendedor que base su accionar
exclusivamente en la información, el conocimiento y un buen uso de su
inteligencia; desde que se ha incluido la “estrategia” en la actividad de
ventas, ésta se ha vuelto más conceptual.
Al representante de ventas se le considera en
la actualidad como un experto, una persona competente y entrenada
profesionalmente, para brindar un servicio valioso. Si trabaja en un sector industrial,
donde los productos, el servicio que
acompaña al producto y los precios de los mismos son muy similares, con
escasísima diferencias; entonces, es el vendedor quien tiene que sentar la
diferencia y que incline la balanza a su favor.
Incluso la actitud ética del personal de
ventas está cambiando. Es usual, hoy que un vendedor aconseje a un cliente en
perspectiva para que no compre, aún cuando la venta pueda resultar fácil de
hacer. No existe una mejor forma de ganar la confianza de los clientes que
demostrándoles que sus intereses tienen prioridad. A un vendedor de viejo cuño,
esto le suena raro, y propio de tontos. Lo que ocurres es que, el vendedor
moderno ya dejó de ver la venta solo del momento; le interesa la relación con
el cliente en el mediano y largo plazo, lo que no significa descuidar el corto
plazo.
Comentarios