Cómo te expresas y tus relaciones comerciales

Por alguna extraña razón, que no viene al caso analizar en este artículo, los seres humanos tendemos a escuchar y ver en los demás, incluidos familiares, jefes, pares, colaboradores y clientes, sus aspectos negativos, sus debilidades, sus falencias, sus “cosas malas”. Podría argumentarse que, lo hacemos como un mecanismo de defensa para protegernos de alguna intención, de parte del otro, de ofendernos o atacarnos.

El asunto es que, consecuencia de esta aparente “inteligente” actitud, que busca proteger nuestro ego, nos vemos inducidos a comunicarnos con ellos usando expresiones negativas, a veces hirientes,  en nuestra relación con los demás; le llamamos a eso: “mecanismo de defensa”. El resultado que obtenemos de esta práctica, no nos permite avanzar hacia el logro de nuestros objetivos, ya sean personales o comerciales. Recordemos que, cualquier noble objetivo que queramos conseguir, será a través de, o con la participación de otras personas.

Por tales razones, es preferible y aconsejable, no perder el tiempo en estos aspectos negativos; por el contrario, debemos cuidarnos de no ver ni escuchar a las personas de forma superficial, ni hacernos un juicio de ellas de forma irresponsable. De seguro, tienen, también, aspectos positivos que debemos descubrir. Cuando nos encontremos con otra persona, que  puede ser un cliente, procuremos evaluar en todo momento si nuestras palabras serán útiles o no en el desarrollo de nuestras relaciones con ellas.

Sólo digamos algo habiendo, previamente, evaluado nuestras palabras, si serán útiles para los individuos-clientes o para nuestras empresas-clientes; no digamos nada que pueda ejercer alguna influencia negativa en nuestra red de relaciones. Como nos ha enseñado la Calidad Total: agreguémosle “valor” a nuestras relaciones, a través de nuestro trato y comunicación.

Otra explicación de esta perjudicial práctica de ver falencias en los demás es que, los seres humanos somos vanidosos, nos gusta ser ostentosos; tendemos a alardear que sabemos más que los demás. Esa es la causa por la que, llegamos a mirar por sobre nuestro hombro al colaborador o cliente que tenemos delante; y, le decimos al otro: “qué vas a saber tú, más que yo”.

Sin embargo, en general, esta actitud es propia de alguien que tiene una visión estrecha de las relaciones comerciales y que, con aires de superioridad, habla superficialmente sobre cómo ve el mundo y los negocios, afectando el mayor volumen de transacciones comerciales que se podrían obtener con los clientes. Si no tiene la suficiente fuerza de voluntad para corregir esta actitud, no debería seguir trabajando en el área comercial.

En el Nuevo Testamento, Lucas, dice: “En un inicio fue el verbo”. Es decir, Dios es Verbo; entonces cuidémonos en nuestra forma de expresarnos y comunicarnos con los clientes y prójimo en general: nuestra palabra materializa.

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