La orientación, en la dirección de vendedores
La teoría y
práctica de las escuelas de gerencia del pasado consideraban como método
principal ordenar, mandar a hacer, a los subordinados. Esta escuela también
influyó mucho en la actividad de ventas; los ejecutivos de ventas, conducían a
su gente con cierto autoritarismo, basado en la posición que ocupaban (jefe).
Se llegaba a extremos de decirle a los vendedores: “no sé que haces, pero tú tienes
que conseguir esas ventas como sea”. Si eso no ocurría, se le criticaba al vendedor
como torpe, incapaz e ineficiente: “No hemos logrado la meta porque tú
estropeaste todos los intentos por aprovechar las oportunidades de negocio que
se presentaron”.
La crítica destructiva al trabajo del
vendedor era el arma favorita del ejecutivo, lo que incrementaba más la desmotivación
del vendedor. La pregunta que, aparentemente, no se hacían era: ¿ha generado
una mejora en el desempeño la crítica anterior que le hice a este vendedor? Hoy
la crítica ha sido reemplazada por la orientación,
la que tiene que partir de una apreciación neutral y objetiva de ideas y
acciones. Para orientar correctamente, se necesita un ejecutivo maduro
emocionalmente, capaz de discernir antes de emitir un juicio; debe evaluar
tanto los méritos como los deméritos de una situación o circunstancias de
negocio, y que de acuerdo con ellos pueda emitir recién su juicio. El objetivo
de la orientación es comunicar, influir y alimentar la motivación del vendedor.
La orientación,
como parte del estilo de dirección moderna, desempeña un papel importante y
positivo, por ejemplo, en la evaluación. Sirve para hacer que un vendedor considere
con realismo sus objetivos y sus acciones; debe señalar el camino al vendedor
para que identifique recursos y habilidades nuevas que tiene que desarrollar; a
su vez, incrementa la tolerancia del ejecutivo ante diversas opiniones de sus
vendedores. Este concepto de la orientación aún es visto con cierta desconfianza
por parte de muchos ejecutivos de ventas porque se piensa que el vendedor lo
puede tomar como señal de “jefe blando”. Para evitar este tipo de
interpretaciones, hay que tomar en cuenta dos aspectos de la orientación: su
contenido (qué se quiere exactamente mejorar en el desempeño) y forma (cómo se lo
comunicamos al vendedor de tal manera que lo acepte como un beneficio para él).
Entonces, llegamos a la capacidad del ejecutivo: ¿está preparado para hacerlo
correctamente?
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