Te has preguntado, ¿qué guía tu desempeño?
Lo que “guía
nuestro desempeño”, sea en el área comercial u otra área de actividad, es
siempre un conjunto de ideas y creencias que tenemos sobre la misma. Es propio
de gente inteligente, evaluar periódicamente si nuestras ideas y creencias nos
están conduciendo a obtener los resultados que deseamos. Cada día, debemos
tomar medidas que son necesarias para mantener el nivel adquirido y, además,
hacer esfuerzos extra para elevarnos aún más. Estos esfuerzos, extra que
hacemos, son los que nos mantienen en la senda del crecimiento y desarrollo de
algo que produce los resultados que nos hemos planteado.
Definitivamente, lograremos mejores y elevados resultados si es que nuestro
desempeño y esfuerzos extra están siendo guiados por principios y fundamentos.
Si los
representantes del área comercial y/o vendedores no aceptan y ponen en práctica
inmediatamente los principios aprendidos de forma sumisa, y en todo lo que hacen
sólo argumentan y ponen pretextos, no podrán conseguir los resultados que su
empresa espera de ellos. Si la acción práctica de los representantes del área
comercial está guiada por los principios, estos permitirán que se ponga de
manifiesto su enorme potencial. Cuando la toma de decisiones y la ejecución
práctica de las mismas se da dentro de un marco de principios y, aplicando un buen
criterio, los buenos resultados no se dejan esperar; también hay que ser
sinceros al reconocer que, debemos completar ese marco de decisiones con el
estado de nuestros sentimientos (emoción y motivación) que predominaban en
nosotros en ese momento, y qué nivel de razonamiento cuando entramos en acción.
Los novatos en el
área de ventas tienden a olvidar, o porque no han tenido la oportunidad de
aprenderlo, el principio: “la gente quiere comprar, no que le vendan”, y hacen
un esfuerzo desmedido por darle el triunfo a su ego y forzar la “venta” de algo
que el consumidor no necesita o no desea comprar; no logran darse cuenta que,
lo que han hecho es sólo una “transacción” con un comprador. Muchos sólo toman en cuenta el momento y se olvidan del futuro para con el consumidor, es decir,
llegar a establecer una “relación” con él, al que recién podemos llamar cliente. Viendo las cosas de esta
manera, el vendedor no debería mantenerse contento con acciones empíricas
exitosas del momento, o bajar la guardia, y confiado, cuando la buena fortuna
lo bendice con sus fugaces favores. Queda claro que, el empirismo nos conduce
sólo a compradores; el conocimiento y aplicación de los principios nos asegura
tener clientes.
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