Estrategia y proceso de ventas
En los dos artículos anteriores comenté, primero,
el asunto de la sabiduría en ventas que, consiste básicamente en el
conocimiento de sus principios y fundamentos, a los que, necesariamente, hay
que agregarles otras herramientas conceptuales que potencien el desempeño. En
el segundo artículo, se trató sobre la inevitable actividad de la competencia
con la que se tiene que aprender a convivir y la necesidad de elaborar
respuestas inteligentes en forma de estrategias de ventas; porque es la única
manera de darle dirección y destino a toda la actividad de la fuerza de ventas.
Sólo a través de la estrategia, la fuerza de ventas será capaz de superar a la
competencia.
¿Cuál es el siguiente eslabón en esta “cadena de
valor” del área comercial, específicamente de las ventas, que consiste en
lograr los ingresos de la empresa que aseguren su supervivencia, crecimiento o
grandes utilidades? A la estrategia de ventas, le sigue el proceso de ventas
que ha de seguirse para lograr los resultados contemplados en la estrategia. El
proceso de ventas denota acción, es la forma en que se debe ejecutar; es la
puesta en práctica de la estrategia. Los vendedores deben tener consciencia de
que, todo lo que se hace a diario es a través de un proceso; con mayor razón,
deben conocer a cabalidad el proceso de ventas que siguen.
El proceso de ventas es un conjunto pensado y
definido de actividades; su concepción y diseño debe partir de los resultados
que se quieren obtener, con determinados clientes, en determinado segmento de
mercado. El proceso de ventas debe ser un reflejo de las distintas situaciones
en las que se puede encontrar un cliente. Por ejemplo, puede encontrarse en
situación de auge, en situación estable o en situación decadente. ¿Se debe
abordar con el mismo proceso cada una de estas situaciones? ¿En cuál de las
tres situaciones está más dispuesto a comprar el cliente? ¿En cuál de las tres
situaciones es más fácil venderle? Diseñar un proceso, exige contestar estas
preguntas.
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