Objetivo y planificación de actividades en ventas
Algunas
preguntas que, como ejecutivo de ventas, usted está en la obligación de hacerse.
¿Hacía dónde estoy dirigiendo las acciones de mi equipo de ventas? ¿Cuál es la
dirección que realmente debe seguir la fuerza de ventas? ¿Cuál es el objetivo
que estamos persiguiendo? ¿El objetivo planteado asusta, paraliza, genera dudas
o realmente ha generado acción constructiva en cada vendedor? Como ejecutivo,
¿para qué hago todo lo que hago? ¿Cuál de las actividades que ejecuto a diario
no me llevan a ningún puerto, por lo tanto no contribuyen ni apoyan la labor
que ejecuta a diario la fuerza de ventas?
Las
respuestas a estas preguntas, sólo se pueden dar si usted tiene bien claro su
objetivo y sus metas, que puede ser para todo el año, dividido luego por
trimestre y, finalmente, por mes; o, como mejor convenga a la empresa, o que se
adecue a la periodicidad con la que se dan los resultados.
El
objetivo que le ha planteado la gerencia general, debe traducirse a meta para
cada territorio, zona o región que atiende la empresa, para tener una visión de
conjunto de la territorialidad de los esfuerzos a desplegar. La meta asignada
por territorio, a su vez debe traducirse a cada uno de los clientes integrantes
de cada territorio, clientes con quienes, probablemente, estimamos llevar a
cabo transacciones. Puede usted darse
con la sorpresa que, habrán clientes que no tienen planes de expansión o crecimiento,
y por lo tanto, no formarán parte de su objetivo, más bien será “una resta “.
Tiene que pensar, ¿qué hará para compensar esta “resta”?
Siempre,
estime un monto de venta probable para cada cliente; el monto estimado debe
haberse hecho en base a la información sobre sus problemas y necesidades que se
han identificado, sus hábitos de compra y consumo, sus creencias respecto a los
negocios y su habilidad para el manejo de los mismos.
Los
montos de venta que ha asignado por territorio y por cliente debe, a su vez,
expresarse en productos, equipos y/o servicios que provee su empresa y que,
supuestamente, necesitan los clientes o que resuelven algunos de sus problemas,
que previamente ha identificado. Es recomendable que estime tres niveles de
montos: pesimista (bajo), medio y optimista (alto); apueste y esfuércese
siempre por lograr el optimista, el más alto.
Ya
tiene usted una clara idea de lo que quiere lograr, a través de quiénes y con
qué productos, equipos y servicios; y, sabe además, en base a las metas
establecidas, en qué zonas se concentra el mayor porcentaje de su objetivo.
Pero,
todavía falta algo importante, que representará un efecto perturbador en su accionar:
la actividad de la competencia en cada uno de los territorios. Con la
información que tiene de sus clientes y de la actividad de la competencia, esta
usted en condiciones de planificar su trabajo de ventas: seleccionar y elegir
las actividades que lo conducirán al logro de su objetivo, y programar (dónde y
cuándo) la ejecución de las mismas.
Todo
esto todavía está en el papel, no es aún ejecución. Como recomienda Sun Tzu, en
su famoso libro, El Arte de la Guerra, parafraseándolo diremos que, usted debe
ganar las ventas antes de empezarlas; es decir, debe ver si logrará su objetivo
y metas territoriales en el plan que acaba de elaborar Sigamos haciéndole caso
a Su Tzu; si usted es realmente inteligente, hará los cambios que la realidad
le está exigiendo. Quizás uno de esos cambios que tendrá que hacer es,
capacitar (actualizar) a su fuerza de ventas: agregarle más conocimientos a su
práctica.
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