Ideas, proyectos y voluntad
Estas expresiones nos son muy familiares, por cuanto las
usamos a diario: tenemos algunas ideas respecto a negocios u otros asuntos;
decimos que tenemos algunos proyectos que, así le llamamos, cuando en realidad
siguen en el plano de ideas. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué relación hay entre
estos tres conceptos? ¿Somos conscientes de dichas relaciones en el mundo
comercial en el que nos movemos?
Las ideas, no han sido desarrolladas; las hemos mantenido en
bruto. Por el contrario, los proyectos son ideas que hemos desarrollado,
llevándolas hasta tener forma de ser ejecutables. El producto que se obtiene de
aplicarle voluntad a ambos, es diferente. Si aplicamos voluntad a una idea, el
producto final será un proyecto. Si la aplico en un proyecto, el producto será
un resultado tangible, que no necesariamente puede ser económico. Esto nos hace
ver que la cantidad y la calidad de la voluntad que se aplicará a cada uno son
distintas.
Esto quiere decir que, entre la idea y el proyecto no hay más
que distinto grado de voluntad aplicada; se entiende mucho mejor si vemos su
proceso. Entre idea y proyecto hay etapas o pasos que, necesariamente, tienen
que respetarse, ¿cuáles son?: perfil, pre-factibilidad y factibilidad. ¿De qué
depende que se siga aplicando voluntad, que va acompaña de recursos y
esfuerzos? Del mayor conocimiento que vamos adquiriendo de la inevitabilidad de
los resultados que estamos esperando alcanzar.
¿Qué cosa condiciona nuestro estado psicológico, para aplicar
o no nuestra voluntad a las ideas y proyectos? Primero, actuamos por algún
motivo, y detrás de ese motivo hay una necesidad que busca satisfacción
objetiva (económica) o subjetiva (prestigio, reconocimiento). No hay acción o
actividad humana sin algún motivo; toda acción es motivada; entonces, hagamos
un sincero esfuerzo por conocer nuestros motivos, y también el motivo que
pueden tener las demás personas, que pueden ser vendedores, clientes,
compañeros de trabajo, jefe, que nos acompañen en esta gesta.
Segundo, la acción
voluntaria, seguirá cierta dirección y le pondremos cierta cantidad de energía.
Estamos hablando aquí de dirección, es decir, de tener un objetivo claramente
definido, hacia el cual dirigiremos nuestra actividad, comprometiendo recursos
y esfuerzos. La energía o esfuerzo decidido que aplicaremos, dependerá de
nuestro grado de responsabilidad y compromiso que sintamos con el objetivo
establecido. La pro-actividad también es un ingrediente de la energía; esa
extraña capacidad de no esperar que as cosas ocurran, sino actuar para que
ocurran.
Pero, también hay algo más que nos impulsa a aplicar la
voluntad a ciertos eventos: el conocimiento de su factibilidad, su
inevitabilidad. Mi grado de libertad está dado por mi nivel de competencia que
poseo sobre los fenómenos relacionados con mi trabajo, o en los que pretendo
actuar. La necesidad, se refiere a la inevitabilidad, la factibilidad de que
algo ocurra: la necesidad de que algo ocurra porque todas las condiciones están
dadas para ello; dentro de estas condiciones hay que agregarle nuestra acción
decidida, sin la cual no se dará la inevitabilidad.
Lo que queda en claro en este artículo es que, en toda gesta
humana, hay siempre tres elementos presentes: el saber, el poder y el querer.
Los tres elementos puede resumirse en tres “C”: conocimiento, capacidad y
carácter. Analice cuál de ellas debe mejorar.
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