Sobre Neuro-linguística y la Actividad Comercial
Las investigaciones
sobre neuro-lingüística están muy en boga, y los descubrimientos logrados son
muy útiles en el área comercial; apliquemos algo de lo aprendido. Por ejemplo,
lo que permite que la información que hemos almacenado en nuestra memoria, se organice así misma en
esquemas y estructuras mentales, es nuestra imaginación.
Lo que explica la cantidad y calidad de nuestras percepciones sobre el sector y mercado en el que opera nuestra
empresa es la formación de estos esquemas
y estructuras. Si no fuera por la capacidad de nuestro cerebro para
permitir que la información entrante se auto-organice en dichos esquemas, aun
las actividades más simples de la función comercial no las podríamos ejecutar
correctamente.
Es sabido que,
nuestro cerebro cumple tres funciones clave: 1) Memoria, donde se almacena toda
la información sobre el mercado que hemos permitido ingresar; 2) Imaginación,
la que nos permite combinar y conjugar la información en estructuras
originales, antes nunca vistas, alternativas nuevas; y, 3) Pensamiento, la
racionalidad con la que evaluamos y juzgamos las estructuras, esquemas,
soluciones, propuestas, alternativas comerciales que nuestra imaginación ha
sido capaz de crear. La memoria cumple una función “receptiva”; la imaginación
y el pensamiento cumplen una función “promotora”. Es una decisión nuestra que
seamos creativos o no, excelentes pensadores o no; el ejercicio, la práctica
frecuente y persistente desarrollan a ambas.
Depende de nosotros
mismos que nos quedemos en pautas estructuradas fijas que hemos llegado a
formar, y utilizarlas invariablemente en cuanta ocasión se presente; o, que no
descuidemos la formación de nuevas pautas con la nueva información que
recibimos a diario. Por eso, se dice que, los sistemas de auto-organización
tienen una gran desventaja: pueden quedar atrapados en la secuencia de su
experiencia pasada, o con un fuerte apego al pasado que les fue exitoso, si es
que no se hace un permanente esfuerzo por sacudirse de las ideas y esquemas
mentales que ya perdieron vigencia. La pregunta es, ¿qué tanta flexibilidad mental
hemos adquirido, para responder adecuadamente a los cambios que se dan cada vez
con mayor frecuencia en el mercado y sector?
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