¡Ábrete sésamo!


¡Ábrete Sésamo!, la famosa frase “mágica” que escucha el leñador Ali Baba, cuando descubre que unos ladrones hacían que la puerta de la cueva donde guardaban sus tesoros, se abriera inmediatamente; se cerraba pronunciando ¡Ciérrate Sésamo! Ali Baba es un personaje del cuento Ali Baba y los Cuarenta Ladrones, perteneciente a las Mil y Una Noche. Un cuento de niños, que a muchos convenció que existen fórmulas o frases mágicas que debemos aprender y podemos usar, y de esa manera conseguir resultados fácilmente, sin ningún esfuerzo ni preparación. Ese tipo de enseñanza nos limita mucho, en cuanto a nuestro desarrollo profesional. Y, en ventas, esperamos escucharlas en los capacitadores y especialistas que tratan el tema de ventas.

Para tener una profesión, seguir cualquier carrera, como ser ingeniero o médico, por ejemplo, se necesita invertir mínimo cinco años; ¡para médico nueve años! ¿Por qué se cree que para ser vendedor profesional basta con la picardía natural o, máximo, aprender algunas fórmulas o palabras mágicas que algún capacitador o experto en ventas está en la obligación de darnos? Si el vendedor que asiste a estos cursos de capacitación no escucha alguna “frase mágica” que “abre puertas” al cierre de ventas, considera al expositor como malo: no le ha dado la solución para conseguir ventas sin mucho esfuerzo. Quizás, antiguamente, cuando la oferta era escasa, las palabritas mágicas, como “ábrete sésamo”, funcionaban; dije, “cuando la oferta era escasa”

Hoy, las características y condiciones del mercado son radicalmente diferentes; actualmente, la oferta supera enormemente la demanda. Para un mismo producto, hay una diversidad de fabricantes. En estas condiciones, increíblemente, nos resistimos en aceptar que, para ser un vendedor profesional hay que invertir tiempo en cultivarse como tal. Podría ser recibiendo capacitaciones de parte de la empresa, participando en cursos y seminarios por cuenta propia, o podría ser de manera autodidacta; pero no podemos obviar la necesidad de aprender a ser profesionales (aprender permanentemente). El peor engaño que podemos hacer es, engañarnos a nosotros mismos. Seamos realista, el “ábrete sésamo”, sólo te llevará a permanentes frustraciones.

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