La verdad, la bondad y la belleza en ventas


En  nuestras interacciones sociales diarias, ya sea con el prójimo en general o clientes en particular, podemos apreciar que, hoy la gente está perdiendo la habilidad de sentir la verdad, la bondad y la belleza. Son tres virtudes que los filósofos griegos de la antigüedad consideraron como eje de su pensamiento y acción. Las actividades comerciales, actualmente, las llevamos a cabo dentro de un ambiente cultural continuamente contaminado o distorsionado por mucha información falsa como interesada que circula. Por mencionar un asunto, hay un evidente relajo de los valores que ha  llegado hasta debilitar la relación padre-hijo, la de jefe-subordinado y generar desconfianza en las relaciones clave vendedor-cliente.

Para elevar nuestro nivel de eficacia en cualquier actividad que practiquemos profesionalmente, tenemos que hacer algo más que recibir capacitación de primera, escuchar a un extraordinario “motivador”, leer buenos libros, aprender nuevos “tips”, ser dirigidos por un buen líder comercial. Debemos cambiar completamente nuestra actitud, innovar nuestra conducta, y actuar en correspondencia con ella. Saber mucho, estar al día en lo último sobre nuestra actividad y no practicarlo, es como si no se tuviera dicho conocimiento. Las conocidas historias de los éxitos y fracasos comerciales de grandes empresas y corporaciones mundiales, no radica en la estrategia brillante que utilizaron, sino en la excelencia o pésima ejecución de la misma.


La verdad, la bondad y la belleza en la actividad comercial, principalmente en ventas, deberían ser más que un ejercicio intelectual; debemos expresarlos de manera concreta en alguna forma. Si practicamos con sinceridad estas virtudes, se manifestarán en el acto de “dar”, de “conceder” a los demás, particularmente a nuestros clientes. Dar en la actividad comercial, la verdad, la bondad y la belleza, significan  haber identificado la real necesidad o problemas que los clientes quieren resolver y, presentarles el producto que satisface o resuelve el problema (verdad); mostrar la suficiente paciencia, madurez y respeto para escuchar al cliente a cabalidad (bondad); elaborar una presentación de la propuesta de valor, de tal forma que resulte fácilmente entendible y agradable a sus sentidos (belleza).

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