A propósito de Sun Tzu y Arte de la Guerra
En el año 1996 leí, por primera vez, un pequeño libro
de mucho contenido, “Arte de la Guerra”, de Sun Tzu, por recomendación de un
colega que se dedica, como yo, a la capacitación y la consultoría en lo
relacionado al planeamiento estratégico y lo comercial. Dije primera vez,
porque ya lo he leído diez veces y, en cada lectura, le saco mayor provecho que
en las anteriores. Lo tengo como uno de mis libros favoritos de cabecera, al
cual siempre recurro como fuente de inspiración en el arte del diseño y
formulación de estrategias. Nunca he tomado a ningún libro, ni autor, por más
premio nobel que sea, como un recetario, sino como una lámpara que alumbra el
camino, como una fuente de reflexión, análisis y comparación. Como capacitador
y consultor, no se puede ser unidimensional.
Pero, ¿qué fue lo que me interesó de este libro
famoso, escrito quinientos años antes de nuestra era? Me fascino un
descubrimiento. Hay una gran similitud entre la actividad bélica y la actividad
competitiva. Ambos usan estrategia y tácticas; se basan mucho en la cantidad y
calidad de la información, cuya obtención y uso inteligente es de vital
importancia; y también en la planeación y la organización. Pero también hay
diferencias sustanciales que deben tomarse seriamente en cuenta, para no hacer
una comparación mecánica de los principios de la guerra con los de la actividad
competitiva. En la guerra se tiene un enemigo, en la actividad competitiva se
tiene un rival. En la guerra tienes que aplastar, muchas veces matar, al
enemigo; en la actividad competitiva tienes que superar al rival.
Me interesó tanto que, me animé a hacer una
transposición, una interpretación y aplicación del “Arte de la Guerra” a la
actividad comercial, específicamente, a las ventas. Me decidí a llevar a cabo
esta tarea luego de haber leído siete veces el libro y encontrar en él muchas
herramientas que son muy útiles para lograr resultados comerciales. La lectura
la hice relacionándola en todo momento con mi experiencia como gerente de
ventas y como gerente general de una oficina comercial en Bolivia. Con la
lectura y reflexión de este clásico, pude darme cuenta de las cosas que hice y,
sin embargo, no debí haberlas hecho; las que dejé de hacer, y sin embargo debí
haber hecho. Este año, me he propuesto compartir con todos mis lectores está
transposición de “Arte de la Guerra”; acompáñenme.
Comentarios